𝑬𝒏 𝒍𝒂 𝒗𝒆𝒏𝒈𝒂𝒏𝒛𝒂, 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒆𝒏 𝒆𝒍 𝒂𝒎𝒐𝒓, 𝒍𝒂 𝒎𝒖𝒋𝒆𝒓 𝒆𝒔 𝒎𝒂́𝒔 𝒃𝒂́𝒓𝒃𝒂𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒍 𝒉𝒐𝒎𝒃𝒓𝒆, Nietzsche dixit, y esta es la historia de la venganza de una mujer.
Los condimentos de esta historia son: un romance prohibido, un palacio, una iglesia y el edificio más alto de Sudamérica.
Todo comienza a principios del siglo 20, cuando Mercedes de Anchorena, miembro de la aristocracia argentina y de una de las familias más ricas del país, encargó construir una basílica que donó a la congregación de los padres sacramentinos.
Su ubicación había sido elegida especialmente para que Mercedes la pudiera apreciar desde el palacio en donde vivía. Diseñada por arquitectos franceses, fue inaugurada en 1924.
Si ella vivía en un palacio, su Dios debía tener uno propio, manifestaba Mercedes para justificar su donación.
En la década del 30, Aarón Anchorena, hijo de Mercedes, aristócrata, piloto, explorador, inició un romance con Cora “Corina” Kavanagh, manifestando su deseo de casarse con ella. Sin embargo, la familia Anchorena se opuso a este matrimonio por la diferencia social y económica entre ambos.
Para los Anchorena, Corina eran simplemente una nueva rica y no pertenecían a la alta sociedad de la época. Y para colmo era viuda, lo cual, para la familia, era inaceptable.
Como consecuencia de esta situación, la relación se rompió.
En represalia por la oposición, Cora, una mujer con personalidad y heredera de la vasta fortuna de su marido, decidió vender unos campos y comprar unos terrenos que estaban justo en frente de la basílica.
Y luego mandó construir un edificio que obstruiría su vista desde el palacio.
Así, en 1936, y con el único fin de arruinarle la vista de la iglesia a Mercedes Anchorena, se inauguró el Edificio Kavanagh de Buenos Aires, que se convirtió, en aquel momento, en el edificio más alto de Sudamérica, destacándose por su arquitectura art decó y moderna para la época.
Su construcción, en solo 18 meses, fue un acto de desafío y venganza de Corina Kavanagh contra la familia Anchorena, demostrando que ella también podía dejar su huella en la sociedad de Buenos Aires.
El edificio es hoy un ícono arquitectónico de la ciudad de Buenos Aires y un recordatorio de determinación de su mentora. Paradójicamente, el atrio de la iglesia solo puede verse desde una pequeña calle llamada “Corina Kavanagh”. Mercedes, a su vez, está enterrada en la basílica y su palacio es hoy la Cancillería argentina.
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Nota: esta historia forma parte de las leyendas de la ciudad de Buenos Aires. En el libro sobre Cora Kavanagh escrito por Marcelo Nougués se menciona el romance trunco con Aarón, pero el resto es seguramente una versión adulterada de la historia, pues todos sabemos que la ficción, muchas veces, es más divertida que la realidad.